De las cuevas a la vacuna. Sobre límites y posibilidades en Ciencia y Religión
Palabras clave:
Covid-19, Filosofía de la ciencia, Karl Popper, Frontera, ReligiónResumen
Reflexionar sobre el rol y la importancia de las ciencias y del diálogo con otras áreas, en una sociedad que todavía se enfrenta a los ecos de una zona de conflicto con el virus de la Covid-19, se hace emergente y necesario ante tantos ataques contra la ciencia y los científicos. Por la primera vez en nuestra historia hemos tenido una oportunidad de observar el desarrollo científico desde dentro; tuvimos la suerte de vivir en una época que es el resultado de siglos de evoluciones tecnocientíficas y de los conocimientos epidemiológicos; tenemos la suerte de tener personas que se han dedicado - y dedican - sus vidas a investigar y compartir sus descubrimientos al servicio de nuevos medicamentos, vacunas, soluciones a otros problemas distintos que enfrentamos. A pesar de todos estos esfuerzos y avances, el sendero de la ciencia, como nos presenta el filósofo Karl Popper, se constituye más por el descubrimiento de nuevos problemas que por la resolución de estos. Y pudimos comprender esta dinámica mientras observamos el escenario para la creación de una vacuna que combatiera el virus. Hasta que llegamos a ella hemos visto la muerte de miles de personas. ¿Qué decir a las familias que perdieron a sus seres queridos por cuenta de este escenario? ¿Una explanación científica pura es capaz de amenizar el dolor a que estas personas enfrentaron y que, quizás, aún enfrentan? ¿Cómo se justifica la muerte sólo bajo una perspectiva científica? Vemos, en este sentido, que hay cuestiones y límites en la ciencia que se encuentran mucho más allá de cuestiones puramente epistemológicas o metodológicas, que nos exigen apertura al diálogo con la religión. Al cerrar esta frontera entre la ciencia y la fe, debemos ser capaces de reconocer que ambas se necesitan mutuamente, ya que ellas tratan con una realidad inseparable de lo humano: las dimensiones material y espiritual. Y, además, quizás los libros de historia de la ciencia retraten nuestro período como una paradoja con relación a la ciencia, porque cuando más la necesitábamos era cuando menos creíamos en su potencial y dudábamos de él.