La originalidad de la vida… una singularidad impredecible
Abstract
Cuando se observan por primera vez en la vida, a través del ocular de un telescopio, los anillos del planeta Saturno, los satélites galileanos de Júpiter, la Gran Nebulosa de Orión, la galaxia de Andrómeda o cualquier otro cuerpo astronómico, nacen en el observador una serie de sentimientos casi incomunicables: “la inmensidad del cosmos a la vez que la soledad del alma”4. En cambio, a fuerza de costumbre, es menos común maravillarse frente a una hormiga, una brizna de hierba, la mirada de un gato o el vuelo de una gaviota… ¿No poseen estos últimos ejemplos algo definitivamente más sorprendente y original que ninguna otra realidad astrofísica que pensemos, a saber, la vida?